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domingo, 14 de diciembre de 2014

El misil del Venom o no rendirse

Esta semana os voy a contar una historia. Tiene que ver con uno de los temas recurrentes en el blog: Formar el carácter.

Porque se habla mucho de que para ser diseñador hay que saber de ésto y de ésto otro, pero se habla poco de los obstáculos que hay que afrontar durante el ejercicio de la profesión, y aprender a afrontarlos es tanto o más importante que el contar con conocimientos técnicos sólidos.

Vamos, que os voy a contar una batallita.



Cuando yo era pequeño tenía un Amstrad CPC, un ordenador de 8 bits que funcionaba con cintas. Me pasé muchas tardes jugando con ese ordenador, solo o en compañía de mis amigos.



Uno de los juegos que teníamos se llamaba Venom Strikes Back. Era un juego de plataformas bastante apañado, en el que el protagonista contaba con diferentes armas y habilidades, ambientado en el universo GI Joe basado en una serie de dibujos llamada M.A.S.K.

El juego no era especialmente difícil, pero tenía un punto que parecía imposible, algo que hoy en día sería un fallo de diseño garrafal, pero que en aquella época no era tan raro encontrarse. Nosotros lo llamábamos "El misil del Venom".



Era un misil enorme que se te acercaba, y se te acercaba, y por mucho que le dispararas nunca lo matabas, ni te daba ninguna señal de que le estabas haciendo daño. Uno retrocedía y retrocedía hasta que no podía más y no tenía más remedio que dejarse matar.

Estuvimos un tiempo intentando superar "El misil del Venom", pero no hubo manera, y lógicamente pasamos a otros juegos, dejándolo como una de esas cosas "imposibles" que te encuentras en la vida.

Bueno, no exactamente.


A mí me fastidiaba no haber resuelto el enigma, así que cada cierto tiempo volvía a probar, con el mismo resultado, y después de un tiempo quizá solo lo probaba una vez al año, pero sin llegar a dejarlo.

Muchos años después, ya sin tener el ordenador, me ponía un emulador de Amstrad en el PC y jugaba a algunos de aquellos juegos, y alguna vez probaba a pasarme el Venom Strikes Back, por los viejos tiempos.
.



No sé por qué un día me fijé que siempre lo había estado intentando matar con la misma arma, o con una combinación de las dos armas de que disponía, pero por algún motivo nunca había probado solo con la otra, quizá asumiendo que todas las armas tenían la misma potencia.



Así que me fui hacia el misil, disparé todo lo que pude con esa arma, retrocedí, volví a disparar todo lo que pude, retrocedí y...



¡BUM! Ya no había misil.

Quince años después "el misil del Venom" había caído. En la soledad de mi cuarto, sin testigos, siendo ya casi ingeniero informático, muy lejos de ese crío de doce años que jugaba al Amstrad con sus amigos.

Fortitudine Vincimus, que diría un famoso explorador polar. Vencemos por nuestra resistencia, por nuestra tozudez.

Muchas personas abandonan sus sueños porque se encuentran con un "misil del Venom" en sus vidas.

No os rindáis.




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